Es de las más exigentes de esta “colección” porque a veces
se avanza encima de rocas inclinadas y/ o resbaladizas, de modo que requiere de
buena condición física. También hay algún desnivel, sobre todo hacia el final. Ayudan
bastante los pasamanos y pasarelas de madera que se han colocado recientemente
en los tramos más difíciles.
Indispensables son buenas botas de montaña, mejor a prueba
de agua porque hay bastante barro y a veces hay que cruzar zonas con agua.
La ruta sigue casi en todo momento al río salvo al final,
cuando sube hasta la aldea de Couce.
Tampoco faltaban vacas (un trecho del camino va por pastos),
perros de aldea que nos “saludaban” al final de la ruta en Couce, y otros
animalitos que vimos en el camino, como por ejemplo escarabajos de colores y
una pequeña culebra, que atrajo el interés de nuestros hijos.
El camino también pasa al lado de varios viejos molinos en
ruinas y una central hidroeléctrica.
Por último, al salir de Aranga y al lado de la carretera se
encuentra un merendero con bancos y mesas, ideal para un picnic.
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